El Joker no había parado de gritar. Algunos de los demás internos estaban empezando a seguir su ejemplo. Dos o tres de ellos guardaron silencio después de embestir por primera vez contra las puertas blindadas con la cabeza por delante. Los guardias ya empezaban a plantearse seriamente el uso de las armas. Aporreando con furia su puerta, el maníaco que lo había empezado todo se debatía entre mantenerse firme en su posición y sentarse a disfrutar del pequeño caos que había creado en tan sólo unos minutos. De pronto las luces del pasillo se apagaron. Por alguna extraña fuerza que habitaba en los corazones de todos los que se encontraban dentro de Arkham, en ese momento nadie tuvo valor para emitir ningún sonido. El Joker retrocedió un par de pasos, contemplando la mirilla de su puerta con una mirada de sincera curiosidad. En el centro de la abertura aparecieron dos ojos blancos, infranqueables. -Querías verme- susurró una voz tan lúgubre y fiera como el rugido de un león-. ¿Por qué? -¡Batman!- exclamó el payaso, pestañeando con ojos de colegiala- ¡Has venido por mí! -¿Por qué, Joker? -Claro, como si no supieras de qué va todo esto. Cuéntame, ¿por qué lo has hecho? De repente parecía hacer más frío en todo el pasillo. A excepción del Joker, todos los internos se acurrucaron en una esquina de sus celdas. -¿Hecho qué? -¡Venga, hombre!- se rió el Joker- ¿Quién más podría haberlo hecho? ¡Has robado en mi guarida! -Yo no robo- sentenció Batman en las tinieblas. -Ya, por supuesto- respondió el Joker sin parar de reír, aporreando la pared acolchada con el puño-. ¿Y todas las veces que me has cogido gracias a alguna prueba que la poli ya se hubiera llevado? No robas, ¿verdad? -Si hubiera encontrado tu guarida- dijo, y fue más un dogma que una explicación-, tus hombres ya estarían entre rejas. El Joker señaló a los inexpresivos ojos de su interlocutor con un dedo huesudo y de un blanco cadavérico. -Ahí tienes tu punto de razón- apuntó-. Aunque claro, está el hecho de que el ladrón esquivó los sistemas de seguridad más avanzados… ¿Quién sino tú sabe hacer eso? Batman no respondió. Su mente estaba analizando las posibilidades. Ra’s al Ghul, pero no era su estilo robar a gente como el Joker; Checkmate, pero aún estaban bajo su vigilancia; David Cain, pero seguía preso. -¿Te he dejado sin respuestas?- preguntó el Joker con una sonrisa burlona- ¡Increíble! Cuando se lo cuente al Acertijo se va a poner más verde de envidia. -Dile a tus hombres que se trasladen a otro sitio- ordenó Batman-. Que sean completamente discretos, si les veo no podré hacer la vista gorda. Que no se lleven nada de la guarida actual. Que dejen las alarmas activadas. Luego me dirás dónde tienes tu guarida, y yo iré a investigar el robo. -¡Eres un santo varón!- exclamó el Joker- Porque eres varón, ¿verdad? En el silencio del pasillo, un trueno fue la única respuesta que el payaso recibió. -Sí, eres varón. De todas formas a tu plan le falla un detalle. Yo estoy aquí dentro, y mis hombres están fuera. ¿Cómo se supone que voy a decirles nada desde aquí? -Que se lo diga Quinn- respondió Batman-. La vi en cuanto llegué aquí. -¡No vale!- protestó la voz de Harley Quinn a través de la ventana, en su ya habitual tono de rabieta infantil. -Mientras Quinn va a avisar a tus hombres- añadió Batman-, tú me explicarás qué te han robado exactamente. -¿Vas a investigar el robo en mi casa?- preguntó el Joker- ¿Harías eso por mí? ¡Sabía que me amabas! -Lo que quiera que te hayan robado, Joker- respondió Batman-, seguramente no será utilizado para nada bueno. -Es lo menos que puedo esperar- concedió el Joker, sonriendo como sólo él sabía-, que ya que me roban, al menos el ladrón sea tan cabroncete como yo.
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(Ya falta poco para que salga algún personaje mío, no desesperéis... En cualquier caso, y para que no se diga que no lo digo, digo yo, os vuelvo a decir que todos los derechos reservados y demás)
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